Los buenos modales nunca pasan de moda y no hay quien se puedan considerar exento: porque los necesitamos para vivir mejor, para dar la bienvenida a los demás, para vivir adecuadamente en sociedad, para «no hacer a los demás lo que no quisiéramos nos fuese hecho a nosotros mismos».
Y cuando se convierte en padres es más importante que nunca seguirlos, porque, incluso sin querer, nos convertimos en modelos a seguir, casi superhéroes para nuestros hijos, que absorberán e imitarán todo lo que nos vean hacer para bien o para mal.
Estos veiente puntos están adaptados a la vida morderna siguendo las senseñanzas de Monsignor Giovanni Della Casa.
1.- Cada hijo es hermoso para su madre … pero no siempre lo resaltemos
Para nosotros nuestro hijo es el más bonito y el mejor don de todos, pero no es el caso de destacarlo siempre a diestra y siniestra.
También porque todos tendrán la misma convicción con respecto a su hijo, por lo que si entramos en la diatriba de ‘mi hijo es muy bueno haciendo esto’, la otra madre querrá responder enumerando los trofeos de su hijo. Y nunca saldrá de este bucle.
También porque, como dice el refrán, quien presume demasiado de ciertas virtudes quizás quiera desviar la atención de otros aspectos que no son tan virtuosos …
2.- Respetamos a los demás, incluso a nuestro hijo
Esta es también una regla de buena educación: no derramar nuestros sueños rotos en nuestros hijos, sino respetar sus gustos e inclinaciones, dándoles consejos y tratando de guiarlos, por supuesto, pero sin hacer que se conviertan en ‘nosotros en versión mini’.
3.- Respetamos el papel de los demás
Enseñamos a nuestros hijos a respetar los roles: maestro, instructor, funcionario público.
Y sobre todo, hagámoslo primero, no impugnando cada mala nota del profesor, sin criticar la elección del entrenador, sin maldecir al policía que, con razón, nos ha impuesto una multa. Respetémoslos y que ellos vean en nosotrso ese respeto hacia estos roles fundamentales en sus vidas que de un modo u otro les guirán en su futuro.
4.- No se pase de listo
En la cola del museo o en la cola del supermercado no intentamos ganar asientos incorrectamente; mientras esperamos al médico observemos nuestro turno; en coche respetamos la prioridad, los semáforos y los pasos de peatones.
¡No seas indiferente a las necesidades de los demás!
En transporte público, levantémonos para sentar a un anciano o una mujer embarazada, sin voltear y fingir no haber visto. E invitamos a nuestro hijo a hacer lo mismo. ¿Por qué no te conviertes en una persona indiferente a las necesidades de los demás?
5.- Recuperamos las buenas costumbres
Hemos perdido esas pequeñas cosas que nos hacían más humanos como cuando se encuentra en las escaleras con alguien o cuando entra en una sala de espera ¿Es tan difícil decir «buenos días»? ¿Y el querido ‘gracias’? No hace falta nada para agradecer cuando nos ofrecen algo o nos hacen un favor, ¡pero es tan agradable! Tocar y pedir permiso antes de entrar en una habitación tampoco estaría de más.
6.- Entrenemos dentro de las paredes de la casa
Los buenos modales no son un ‘vestido’ para ponerse solo cuando salimos de casa, sino que deben convertirse en parte de nosotros empezando por las relaciones dentro de la familia.
Te deseo buenos días o buenas noches, di ‘gracias’, ‘por favor’, ‘de nada’, incluso si nos conocemos desde que nacimos.
7.- Está bien ser honesto, pero hasta cierto punto
Debemos educar a nuestros hijos para que digan la verdad, por supuesto, pero también hay mentiras «diplomáticas».
Por ejemplo, si recibes un obsequio que no nos gusta mucho o nos invitas a almorzar y nos ofreces un plato que no es realmente de su agrado, la etiqueta requiere que lo aceptes agradeciendo, sin dejarlo claro con caras y bromas que no nos gustaron.
9.- ¿Te equivocaste? Pide disculpas
¿Cuántas veces esperamos que nuestros hijos se disculpen si se equivocan? Bueno, le enseñaremos mejor si nosotros también, cuando nos demos cuenta de que hemos cometido un error, debremos disculparnos.
¡Aprenderán que nadie es perfecto y que “Errar es de humanos”!
10.- Las disputas entre niños deben permanecer entre niños
Si nuestros pequeños se pelea con un compañero, resistimos la tentación de intervenir siendo árbitro o, peor aún, participando en la disputa.
No solo no es educativo para los niños, que tienen que aprender a tratarse entre sí para ser independientes, sino que corremos el riesgo que el otro padre también intervenga y la disputa se convierta en una pelea muy poco edificante.
11.-No lo haga en público
Si surge una disputa con su pareja o tenemos que regañar a nuestro hijo, no es necesario que todos los que lo rodean participen.
La ropa sucia se lava en casa, dice un viejo proverbio, y lavarla en lugares públicos pondremos en un aprieto y dificultad a quienes nos rodean, además de arruinar el ambiente para todos, especialmente en contextos donde debe primar la alegría y la convivencia, como en la mesa. .
12.- No jure y no critique
Y la regla se aplica a todos, incluso a los padres, que pueden obtener una dispensa no solo por ser «grandes» o estar enfadados en un momento determinado.
Lo mismo ocurre con los chismes y las críticas, de las que debemos abstenernos (¡al menos en presencia del niño!) Para no hacerle sentir que tiene el derecho y el deber de poner el pico en todo, muchas veces de manera inapropiada.
13.- ¡No grite!
En casa, en el patio de recreo, en el supermercado, en la playa: lo que queramos decir, digámoslo para que solo nos escuche el destinatario del mensaje.
Sobre todo si vivimos en un edificio de apartamentos, donde los gritos pueden atravesar las paredes mucho más de lo que imaginamos.
Recordemos que a los demás no les importa nuestra charla.
14.- Respete las reglas de los lugares públicos
Por ejemplo, si entras a la iglesia, no grite, no coma, apague el teléfono y no corra de aquí para allá: aunque no seamos creyentes y en ciertos lugares de culto vamos allí solo para admirar el arte, recordemos que hay quienes van allí por devoción.
15.- Enseñemos el amor por la naturaleza
Lo que significa no solo llevarlos a pasear por el bosque, sino también no recolectar hojas o flores por el simple hecho de hacerlo, no molestar a los animales, no tirar basura y usar los contenedores especiales. O, en su defecto, llévate las bolsas donde poder echar desperdicios desde casa. Porque el bosque o la playa no son nuestro hogar.
16.- No siempre culpamos a los demás
Será cierto que fue el otro quien hizo la pasta en exceso, se olvidó de pagar una factura o cometió quién sabe qué otro error, pero si en lugar de señalar con el dedo un ‘tú’ usáramos un ‘nosotros’ inclusivo, nos haríamos más empáticos. a los ojos del interlocutor. Y les enseñaríamos a nuestros hijos que la culpa nunca está al 100% de un lado.
17.- No a los teléfonos móviles en la mesa
En el siglo XVI no existían los teléfonos móviles, pero desde entonces monseñor Della Casa recomendó, al sentarse a la mesa, no sacar una carta del bolsillo para empezar a leerla, porque sería una clara señal de que no se tiene consideración y respeto por los comensales.
En la mesa con familiares y amigos nos aseguramos de que nadie tenga un teléfono móvil, ¡nosotros primero!
18.-Hablando de la mesa … manos fuera y no juegues con la comida
… Recordemos las reglas básicas: las manos se mantienen ‘en su lugar’, no se toca el cabello, la cara, la boca, los platos y no se juega con el pan ni en general con la comida; no hablas con la boca llena; no se da un atracón como si no hubiera visto comida en meses…
¡Y los eructos nunca son aceptables, incluso cuando son emitidos por las dulces mandíbulas de nuestro pequeño hijo!
19.- Somos padres también en las redes sociales
Incluso cuando estamos en las redes sociales no nos olvidemos de que somos madres y padres, publicando fotos u opiniones que podrían ponernos en dificultades o en vergüenza a los ojos de nuestros hijos.
Y evitemos que los niños sean ‘sociales’ a pesar de ellos mismos publicando fotos y videos de todas sus actividades: también serán los más bellos y talentosos del mundo, pero ¿no sería correcto respetar también su privacidad? Y luego, ¿estamos seguros de que les gusta ser tan ‘populares’?
20.- ¿Consejos para otros padres? Solo si se solicita
No hay nada más desagradable que ser maestra, dando consejos sobre cómo educar a los niños y cómo actuaríamos en lugar de otra madre.
Los consejos se pueden aceptar solo si se solicitan, de lo contrario, no los damos.
También porque si un método educativo funciona con nuestro hijo, no necesariamente tiene que ser universalmente válido.
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